El covid-19 trae a la conciencia la muerte existencial real, las muertes sociales y las simbólicas. Ha traspasado las barreras defensivas, proximales y distales, que alejan habitualmente la muerte de la conciencia. Es un shock para el que ni individuos ni sociedades estaban preparados.
Todavía no podemos determinar el alcance de las consecuencias que se deriven de la compleja crisis actual iniciada por el covid-19, pero que ha hecho manifiestas falsedades que nos sostenían y ha abierto a la percepción de una cadena de crisis consecutivas. Crisis que son oportunidades para identificar y cambiar sus causas. Sólo podemos imaginar si habrá o no transformación social. La experiencia de crisis históricas muestra que tras catástrofes se activa un deseo de transformación profunda y la esperanza en que realmente suceda, sin embargo, esos sentimientos resultan efímeros y los cambios que se hacen son los justos para calmar el anhelo y para no cambiar nada de la estructura.
Esta crisis se ha diferenciado de otras por la inmediatez en la información, pocos sujetos han evitado ser "invadidos” por las múltiples informaciones y contrainformaciones, bulos, fake news, ... No está claro si se habrá logrado tener y asimilar informaciones veraces, o si se ha producido un distanciamiento del anhelo de verdad y un refugio defensivo en los esquemas "segurizantes” de los sujetos. Por lo tanto, no podemos saber si sucederá lo mismo que en otros momentos históricos o podrán generarse cambios estructurales más allá de los maquillajes.